miércoles, 31 de enero de 2018

Reseña: Sueños de piedra.

¡Hola, literatómanos!

¿Qué tal os va? Yo ya he empezado las clases del segundo cuatrimestre. Y, aunque acabe de comenzar, tengo la sensación de que ya estoy hasta arriba. Por cierto, antes de empezar con la reseña, me gustaría decir, así de estrangis, que me parece que a determinadas joyas de la universidad se le debería de exigir un poquito más en lo que a docencia se refiere. Porque, aunque todo me ha ido bien, alucino bastante. Ya está.

Hoy os traigo la reseña de un libro que me ha emocionado, y que me ha enganchado como hacía tiempo que no lo hacía ninguno. Tenía muchísimas ganas de leerlo, tanto este libro en concreto como a las autoras. Y encontré la ocasión así de imprevisto, cuando me lo dejó una amiga genial, con todos sus post-its y dedicado por las mismas escritoras (que amor de dedicatoria, por favor). Tengo que adelantar que, pese a que hace casi un mes que lo terminé, la reseña va a estar llena de fangirleo por mi parte, porque esta historia lo merece. 




Título: Sueños de piedra.
Autoras: Iria G. Parente y Selene M. Pascual.
Editorial: Nocturna Ediciones.
Ilustradora: Lehanan Aida.
Fecha de publicación: 2015.
Número de páginas: 573.


Érase una vez un reino muy, muy lejano donde un príncipe premió a un mago por ayudar a rescatar a una joven en apuros.
Encantador. Lástima que nada de esto sea verdad. 
En realidad, el príncipe sueña con gloria y venganza; el mago, con que sus hechizos no sean siempre un desastre; y la joven en apuros, con huir de un pasado que la atormenta... y del recuerdo de un hombre al que ha matado.
Érase una vez...



Como ya imaginaréis por lo que he comentado antes, esta va a ser una reseña positiva. Tanto, que podría resumirse en que tenéis que leer esta novela. Leedla, tengáis la edad que tengáis, seáis como seáis, regalad este libro a los adolescentes y a los más adultos. Es la historia, que es maravillosa, pero también es el mensaje que contiene.

No necesitas ningún hechizo para hacer realidad todo lo que desees. Sé que tú puedes conseguirlo por ti misma. Sé que puedes ser todo lo que te propongas. No dejes... No dejes que nadie te haga creer lo contrario. Yo creo en ti. ¿Significa eso algo?
Empecemos por el principio. ¿De qué va este libro? Bien, es una historia de un mundo fantástico, medievaloide, con príncipes herederos en sus castillos, hechizos y criaturas mágicas pululando por ahí. Fantasía de la buena, sí señores. En este mundo tenemos al príncipe Arthmael, que se ha marchado de su castillo con ínfulas de caballero andante y salvador. También tenemos a Lynne, una joven que se ha ido, más concretamente ha huido, de un prostíbulo apestoso donde lleva siendo abusada desde los 14 años. Y, por otro lado, a Hazan, un jovencísimo mago con una importante misión que aparece en escena convertido en rana. Un grupo muy variopinto, que, por arte del destino, que a veces tiene ocurrencias muy extrañas, se acaba juntando por intereses comunes.


Juntos, emprenden un viaje por estas tierras fantásticas, de país en país. Al principio, chocan como huracanes. Hay que tener en cuenta que cada uno procede de una realidad distinta. Que el príncipe lo ha tenido todo, ella no ha tenido nada, y el niño hechicero ha vivido siempre entre exigencias que se siente incapaz de satisfacer. Poco a poco, a medida que van cogiendo confianza, y después de unas cuantas discusiones (en las que Lynne es sumamente badass), van desvelando, poco a poco, los secretos que les han llevado a encontrarse en esa situación. 

Mientras tanto, por supuesto, van viviendo un montón de aventuras. Y las cosas empiezan a ponerse peligrosas de verdad. Porque todos los héroes tienen enemigos, y hay gente que, verdaderamente, desea hacerles daño. Y lo mejor es que los villanos también tienen una causa. Es decir, hay malos malísimos, pero que tienen una razón para hacer lo que hacen, aunque sus actos no dejen de ser totalmente injustificables.

Supongo que eso es lo que queda de mí, después del vacío que han dejado mis propios sentimientos al apagarse. Me muevo por instinto, y sé que atacaré por instinto hasta que le vea la cara y la furia vuelva, más fuerte que la razón.
Respecto a los personajes, hay que decir que están bastante currados. En este mundo de fantasía, ellos son reales, son verdaderas personas reales, a las que te crees de pe a pa. Los protagonistas son Arthmael y Lynne. Arthmael, al principio, es un privilegiado ofendido que crea un drama de cada granito de arena. Lynne es una chica sumamente luchadora, y también desconfiada, de ese tipo de personas que intentan ser fuertes, cueste lo que cueste. Hazan, que también es muy importante en la historia, es un tanto inseguro y torpe, pero con un corazón y unos valores de aquí a la Luna, que se gana un huequito en el alma de todos y cada uno de los lectores. A lo largo del libro, evolucionarán e irán ayudándose entre ellos. Tienen un espíritu de equipo que enamora, la verdad. 

Todos tenemos miedo alguna vez. Aceptarlo y enfrentarlo es lo que nos hace valientes.


En cuanto a los secundarios, aparecen unos cuantos, y todos tienen un papel y una importancia que hace posible la historia. Aunque ninguno me ha cautivado especialmente, tengo que decir que Selene e Iria se han superado: odio a Kenan más de lo que nunca odié a Umbridge.

Me mira. Ya ni siquiera me queda desprecio para mirarle con odio. Ya ni siquiera me queda horror. Me estoy vaciando.

Ahora vamos al estilo. La forma de escribir que tienen estas mujeres es preciosa. Tienen un estilo rápido y fluido, que se lee muy bien. Es una de las características de la literatura juvenil, que tanto se esfuerzan en defender las autoras (seguidlas en Twitter si no lo hacéis ya, merece la pena: @iriagparente@SelenePetalos y @iriayselene). Las conversaciones me han gustado especialmente, son muy espontáneas. Sobre todo, me han encantado algunas intervenciones de Lynne, son esas frases ingeniosas y fantásticas que SIEMPRE se te ocurren cuando ya se ha terminado la discusión hace un rato. Y entonces te das golpes contra la pared pensando en lo que podrías haber dicho y lo bien que habría quedado.

No quiero comentar mucho sobre el final, por eso de no hacer spoiler. Pero podría resumirlo todo en la sonrisa bobalicona que tenía en la cara mientras leía las últimas páginas del libro. Esa es la mejor señal de que una lectura ha merecido la pena. 

Las princesas siempre esperan a sus caballeros en los cuentos. ¿Por qué no intercambiar los papeles?

Y dejo para el final lo mejor, el postre, la cremita rica: su mensaje. Tenemos una historia bonita, que se lee bien, con muchísimo gancho y unos personajes muy interesantes, pero pasaría sin pena ni gloria, como tantas otras, si no fuese por su mensaje. "Sueños de piedra" reivindica, ante todo, la independencia de la persona, como un ser individual, capaz de tomar sus propias decisiones, que no tiene por qué renunciar a sus sueños. Rechaza todos los topicazos del amor romántico empalagoso, el "lo daría todo por ti" cambia por "vamos a darlo todo juntos". Reivindica también el feminismo, la igualdad, el respeto hacia los demás... Trata temas muy importantes, que deberían llegar a todas las personas, y lo hace sin ser pesado, sin dar sensación de ensayo político, capaz de calar en adolescentes y adultos. Y esto, en mi opinión, es lo que hace que esta novela sea tan especial.


Y hasta aquí la reseña, literatómanos. Como de costumbre, os invito a comentar si habéis leído este libro, si os ha gustado, si conocíais a las autoras. También abro debate sobre la denominada "literatura juvenil". A mí me parece un género sumamente digno, que no es solamente para adolescentes y que puede transmitir un montón de emociones y de valores a cualquiera. Por supuesto, leer juvenil no implica no leer otras cosas, pero este tipo de literatura está demasiado infravalorado por la "élite selecta de la cultura" (me callo y no digo nada más). Espero vuestras opiniones.

¡¡Hasta pronto, literatómanos!!

Para ser un héroe solo se necesita un corazón valiente.
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domingo, 21 de enero de 2018

Reseña: El abuelo que saltó por la ventana y se largó

¡¡Hola, literatómanos!!

¿Qué tal os va? Yo hace mucho tiempo que no me dejo caer por aquí. La verdad es que en los últimos meses he pasado por una época un tanto ajetreada. Tanto desde el punto de vista personal como el de los estudios. Mucho que hacer, muchas novedades, y muy poco tiempo. No puedo decir que haya sido mala, ¡porque ha habido cosas flipantes! Pero sí estresante. 

Y lo que viene es bastante similar. No me va a sobrar tiempo, incluso aunque acabe de terminar los exámenes, pero intentaré encontrar algún momentito para dejarme caer y escribir algo por aquí.

Hoy os traigo la reseña de un libro que hace bastante que leí. De hecho lo leí en verano (y parece que ha pasado un mundo desde entonces), pero aún no había encontrado un momento para hablaros de él. ¡Espero que os guste!



Título: El abuelo que saltó por la ventana y se largó.
Autor: Jonas Jonasson.
Editorial: Ediciones Salmandra.
Traductora: Sofía Pascual Pape.
Idioma original: sueco.
Año de publicación: 2009.
Número de páginas: 416.



Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia de ancianos en la que vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local. Sin saber a dónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí,mientras espera la llegada del primer autobús, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el autobús llena antes de que el joven regrese y Allan, sin pensárselo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en el interior de esta se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas de dudosa procedencia.

Pero Allan Karlsson no es un abuelo fácil de amilanar. A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin o Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica. Sin embargo, esta vez, en su enésima aventura, cuando creía que con su jubilación había llegado a la tranquilidad, está a punto de poner todo el país patas arriba.



¿Por dónde empezar? Este libro es una joyita inesperada. Recuerdo que me lo recomendó una persona diciéndome que era "uno de los pocos bestsellers que merecen la pena". Y es que el mundillo editorial a veces deja bastante que desear, la verdad. El caso es que me picó el gusanillo, ¡y qué bien que mi madre lo tuviese en su eBook! Adelanto que me gustó mucho, me hizo reír a carcajada limpia (habría sido más limpia de no haberlo leído casi todo en público), y me dejó con ganas de más historias similares.

Cuando la vida hace horas extras, es fácil tomarse libertades.

La trama es sumamente original. Ya de entrada, ¿cuántos libros tienen como protagonista a un señor de 100 años? Es más, ¿cuántas personas mayores de 65 son personajes principales de alguna novela? Hay una especie de creencia popular que dicta que a partir de ese edad ya no se puede protagonizar ni siquiera la propia vida. Bien, pues Allan Karlsson, con sus alucinantes ganas de vivir, está decidido a romper la norma.


La historia de Allan es tan alocada como la sinopsis y el propio título lo indican. Salta por la ventana de la residencia de ancianos en la que vive el mismo día de su centésimo aniversario, y se marcha, pasito a pasito, a la estación de autobuses. A continuación, todo lo que vive es tremendamente surrealista

Llevarse una maleta llena de dinero perteneciente a una "humilde" banda de delincuentes le lleva a acabar teniendo que emprender una huida que él nuca se imaginó. En este camino, se le van uniendo personajes tanto y más extravagantes que él. Esa clase de personas que están dispuestas a apuntarse a un bombardeo, y a cambiar de vida tanto como de ropa interior. Y eso me ha encantado. Ver a un grupo de personas que no parecen tener nada que perder haciendo todo tipo de locuras ha sido desternillante. Solo diré que al final entre los compañeros de viaje de Allan se había integrado hasta una elefanta, y que esto no va a ser lo más extraño que les ocurra.

Es preferible no tener a dos organizaciones de asesinos pisándote los talones que tenerlas.

Al mismo tiempo, Allan nos va contando la historia de su vida, que ya por sí misma da para un libro. Porque cien años dan para mucho. Nuestra historia ocurre en el año 2005, lo que quiere decir que Allan ha estado vivo durante casi todo el siglo XX. Y, además, se ha metido en todos los embrollos posibles, que, en esta época, no han sido precisamente pocos. De algún modo, Allan ha sido un genio autodidacta, ha coqueteado un poquito con todos los bandos posibles y ha jugado un papel determinante y secreto en todas las trifulcas que se han metido en medio. Habiendo logrado salir vivo de todo esto, es bastante comprensible que la vejez tampoco haya podido con él.


Algo que me ha sorprendido muchísimo es el relativismo y la simpleza con la que Allan se toma toda su vida. Tanto los horrores en los que ha estado metido, como su propia genialidad. Ha vivido siempre en una pugna continua por sobrevivir, con bastante poco tiempo para aburrirse, y nunca se le ha ocurrido tomarse lo que ocurre a su alrededor como algo personal. Este componente irreflexivo puede llegar a incomodarnos. De hecho, lo haría si el autor no se las hubiera ingeniado para jugar con el lenguaje de tal forma que nos deja de fondo una crítica social increíble.

Mucha gente de origen chino fue expulsada del barco por comunista, y al llegar a China fue acusada de capitalista.

Por otro lado, están la prensa, la policía y el alcalde, haciendo lo que mejor se les da: un show mediático. De hecho, su actitud es lo más creíble de todo el libro, porque no es la primera vez que hacen lo mismo en la vida real. A mí me ha recordado un poco a las especulaciones que tuvimos en España con aquel personaje llamado "el pequeño Nicolás", que, de algún incomprensible modo, consiguió colarse en todos los actos importantes de hace unos cuantos años. Resulta bastante gracioso ver cómo intentan hacer hipótesis complicadas sobre el paradero de Allan, y cómo se resisten a aceptar lo más simplón como lo que verdaderamente está pasando.


En cuanto al estilo, debo de decir que está perfectamente narrado. Pese a estar en tercera persona, es muy directo y carente de construcciones y rodeos complicados, lo que ayuda mucho a meterse en la mente de nuestro protagonista. También permite un ritmo de lectura bastante ágil y rápido, lo que es ideal para quedarte aún más a cuadros con cada giro inesperado que da la trama.

Los personajes secundarios, sobre los que poco puedo decir sin hacer spoilers, son, como ya he comentado, tan extravagantes como nuestro querido Allan. Todos ellos están construidos sobre la base de un cliché, pero, en cuanto los conocemos un poquito más, ese cliché salta por los aires. Nos encontramos a personas sin precedentes, a las que se les acaba hasta cogiendo cariño.

El final me ha gustado bastante. Obviamente, ha sido algo loco, y un tanto precipitado, pero muy merecido y esperado. Cerré el libro cuatro días después de empezarlo, con una bonita sonrisa en la cara y los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

Por cierto, me he enterado de que hay una película basada en el libro. No la he visto, pero tiene pinta de ser la perfecta comedia de sábado por la tarde. Aquí os dejo el tráiler, por si os apetece echarle un vistazo. Yo igual me la veo un día de estos, cuando me apetezca reírme un rato.



Y hasta aquí la reseña de hoy. ¡Espero que os haya gustado! Como siempre, os invito a comentar si habéis leído este libro o cualquier otro del autor, si queréis hacerlo, si conocéis alguna otra novela así de loca y estrambótica... ¿Alguien ha visto la película y podría confirmarnos si merece la pena o no?

¡Hasta pronto, literatómanos!

La vida había sido estimulante de principio a fin, pero no hay nadad que dure para siempre, salvo, tal vez, la estupidez generalizada.
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