sábado, 25 de noviembre de 2017

Relato: La número 25 (25N: Día contra la Violencia de Género)

¡Hola, literatómanos!

¿Qué tal os va? Yo estoy energizada, sí, pero con menos tiempo del que me gustaría, la verdad. Estudios y otras mil y una cosas de la vida ocupan más de las veinticuatro horas que tiene el día.


Como muchos ya sabréis, hoy es 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia de Género. Un día contra la violencia machista, que es algo contra lo que deberíamos luchar todos los días. Pero nunca está de más que haya un día especial para hablar sobre ella y recordar a las víctimas.

Yo hoy os dejo este relato, dedicado a todas ellas. Espero que os guste, y, sobre todo, que os remueva algo.


 La número 25 

Se presentó con camisa de botones, la tez tostada por el Sol de junio. Sus ojos azules captaron mi atención; dos libros, una rosa y un te quiero hicieron el resto.


Comencé a convivir con un galán de los de las novelas, de los que ponen buena cara a tus amigas, te ayudan en casa y te acompañan al súper. De esos que son buenos vecinos y dan siempre los buenos días. En el fondo, nadie lo sabe, estaba traumatizado y me necesitaba como salvavidas.

O eso es lo que me dejaba pensar, cuando dejó de ser mi príncipe para convertirse en mi monstruo, y empecé a llorar noches enteras con la teletienda de fondo. A los demás no hacía falta decirles nada, ellos mismos se daban excusas. Que, desde que me eché novio, no se me veía el pelo, y tendía a caerme demasiado por las escaleras...


¿Os acordáis de esos ojos del color del mar? Parecía que en ellos hubiera una tormenta la última vez que los vi. No sé qué pasó después. Solo sé que hoy hay un minuto de silencio, ninguna persona que pudiera haberlo imaginado y yo ya no estoy para contarlo.


El 25-N comenzó a celebrarse (lo pongo en cursiva porque no es ninguna fiesta) en 1981. La inició el movimiento feminista latinoamericano, conmemorando el triple asesinato de las hermanas Mirabal más de dos décadas antes. Ahora, el asunto ha trascendido, y ha alcanzado la dimensión política, legal, educativa... Aunque no tanto como debería, o, al menos, no de la manera adecuada. Porque el problema sigue presente.

Violencia de Género, obviamente, es violencia machista. Son los asesinatos, pero es mucho más que eso. Y la solución es compleja, pero tiene que haber un gran cambio de mentalidad y de forma de relacionarse para poder acabar con esta lacra. Os animo a investigar sobre el tema, porque hay muchísima información, y mucho mejor que esta.


Como siempre, os invito a comentar si os ha gustado el relato, os ha transmitido algo, cuál es vuestra opinión sobre este tema tan importante...

¡¡Hasta pronto, literatómanos!!
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jueves, 9 de noviembre de 2017

Diario de Ana Frank

¡¡Hola, literatómanos!!
¿Qué tal os va? A mí me va bastante bien, creo que estoy en una buena racha, aunque esté a tope de cosas que hacer y casi no tenga tiempo para nada. Por esta razón he estado tan ausente por aquí.

Hoy voy a hablar de uno de los libros más conocidos y simbólicos del siglo pasado. Un libro que es una joyita, pero que no debería haberse tenido que escribir nunca. Esta entrada no es una reseña, aunque esté estructurada como tal (no se me ha ocurrido otra forma), porque una reseña implica un juicio, y no me siento yo quien para juzgar al Diario de Ana Frank




Título: Diario de Ana Frank.
Autora: Ana Frank.
Editorial: Lucemar.
Traductor: Pedro Villalobos.
Número de páginas: 255.
Fecha de publicación: 1947.



Ana Frank nació en Frankfurt, Alemania, en 1929. Se trasladó con su familia a Ámsterdam, Holanda, a principios de 1934, debido al creciente antisemitismo propiciado por la victoria del partido Nazi en su ciudad natal.

El Diario de Ana Frank cuenta, de manera muy personal e íntima, los más de dos años que ella, su familia y otros judíos estuvieron escondidos en un pequeño anexo de Ámsterdam para evitar caer en manos del ejército Nazi. En sus escritos, Ana relata todos los pormenores de la vida en ese pequeño espacio, las diferencias de personalidad entre ella y su familia, las crecientes tensiones por las noticias del mundo exterior y del estado de la guerra, las complicaciones generadas por la llegada al Anexo de otros judíos perseguidos...

El Diario de Ana Frank fue publicado por primera vez en Holanda en 1947 y se ha convertido en uno de los documentos históricos más vívidos, íntimos e importantes sobre la Segunda Guerra Mundial.


Hay que reconocer una cosa: leer este libro duele. Pero, sin embargo, es muy necesario que lo hagamos, cuando nos llegue el momento.

Todos sabemos quién fue Ana Frank. Una víctima del Holocausto, una de tantas judías que murió en Auswitch, poco antes de su liberación, y que pasó dos años con su familia escondida, intentando evitar ser capturados. Son estos dos años los que reflejó en su diario, a modo de cartas a una amiga inexistente a quien se atreve a contarle todo.


El lugar donde se ocultan es el Anexo. Nombre poético donde los haya, para un refugio gris que es parte de un edificio en la ciudad. Dos familias judías, entre ellas la de Ana, y un dentista pretencioso también judío se ven obligados a compartir ese espacio tan reducido, del que no pueden salir bajo ningún concepto. Imaginaros la angustia, las confidencias y los roces que tienen tiempo de surgir. Impresionante.

La casa de Ana Frank, Ámsterdam

Al principio
, cuando llegan, Ana y todos los que la rodean tienen esperanza. Están convencidos de que eso de esconderse es temporal. Pronto, terminará toda esa locura de la guerra, los nazis y la persecución sin sentido a la que se están viendo sometidos. Ana se imagina retomando su vida allí donde la dejó, con su colegio, sus amigas, los primeros coqueteos y los paseos en bici. Al lector, que conoce cuál es, verdaderamente, el final, se le parte el corazón.
Tengo deseos de escribir, y todavía buscar todo tipo de cosas en mi corazón.
Va pasando el tiempo, y comienzan a evolucionar. En Ana se nota muchísimo. Pero es normal, porque escribe este diario entre los 13 y los 15 años. No deja de ser una adolescente hormonada, descubriendo los ideales, inquietándose por el futuro, desafiando las reglas de sus padres y atreviéndose con las primeras experiencias románticas. Todo esto, dentro de cuatro paredes, claro. Imaginad los roces y el agobio mayúsculo. Además, hay más hormonados conviviendo en el Anexo, lo que da un poco de chispa a toda la historia.

Pero los ánimos también van cambiando. Pasa el tiempo, se va un año, otro... Y la esperanza empieza a perderse, y esto nos recuerda un poco a una enfermedad crónica. Con sus días mejores y peores, porque hay veces en las que apenas hay comida, y otras en las que las buenas noticias de la radio les sacan unas sonrisas.
El viento es muy agradable, el sol resplandece, el cielo es de un color intenso, y tengo unos deseos locos de todo... De soledad, de amigos, de hablar, de libertad. Tengo unos deseos locos... de llorar.
Ana Frank escribe muy bien. Y esta es una de las razones que esgrimen los conspiranoicos, empeñados en sostener la teoría de que el diario de Ana Frank es un invento, y que no lo escribió ella. Normalmente, suelen ser negacionitas del Holocausto y defensores de las teorías de la conspiración más disparatadas que puedan imaginarse. Y os tengo que decir que ya os vale. Claro que una persona de su edad puede escribir así. Recordemos que no es una niña pequeña, tiene entre 13 y 15 años. Siempre que un adolescente ha escrito algo que esté bien, han salido los cuatro de siempre a decir que se lo han escrito. Yo solo quiero recordar que el hecho de que haya adultos que no saben redactar no impide que mucha gente escriba bastante bien a los 14 años. Echadle un vistazo a los concursos de relatos de esas edades si no me creéis. ¡Os sorprenderéis muy gratamente!


Por otra parte, hay que recordar que Ana escribe esto en unas condiciones muy especiales de angustia, confinamiento y falta de interacción con más personas que las siete con las que convive. Y esto se nota en las vueltas que va dando su mente y los sentimientos que expresa. Poco a poco, podemos notar como la desesperación va aumentando, y empieza a darle vueltas a todo lo que ocurre. Por eso dije antes que leer este libro duele, porque lo que transmite es sumamente real. Precisamente por eso recomiendo leerlo, pero con calma. Hay que saber encontrar el momento, y estar dispuesto a entender lo que se lee.


Y hasta aquí la entrada de hoy. Espero que os haya gustado, porque para mí ha sido muy difícil escribirla. Como siempre, os invito a comentar si habéis leído alguna vez este libro, qué sensaciones ha causado en vosotros... ¿Alguien ha visitado la casa de Ana Frank, en Ámsterdam?

¡Hasta pronto, literatómanos!

Los judíos y los cristianos están esperando, toda la Tierra está esperando, y muchos esperan que les llegue la hora de morir.
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