La entrada de hoy es un poco diferente. Lo cierto es que escribo desde pequeñita, relatos más o menos pequeños, y tengo empezado algún proyecto más grande. Nunca me había atrevido a hacer nada público, pero hoy he decidido compartir con vosotros este relato. ¡Disfrutad de la lectura!
El polvo blanco.
Vuelvo del parque, camino del hogar, agrio hogar.
No somos una familia feliz, ya no. Los vecinos me miran cuando atravieso la
calle. Para ellos, yo soy solo “la niña”, la pobre niña. Solo dejo de ser la
niña cuando cruzo el umbral de mi casa.
Dejo de ser la niña cuando, cada día, encuentro a
mamá llorando sobre un marco de cristal. A papá no le gusta el marco. Dice que
es demasiado marco para una foto del hermano. A papá tampoco le gustan las
lágrimas de mamá. Antes, cuando se fue el hermano, siempre evitaban que yo las
viera. Ahora, a mamá ya le da igual. Le da igual todo. En casa no soy la niña,
porque mamá está vacía.
Cenamos. Sin decir palabra, en silencio.
Engullimos la sopa sin saborearla. Tensos, esperando, sabemos lo que puede
pasar, lo que suele pasar. No encendemos la tele, porque la tele está rota. La
rompió el hermano el día que se fue. Ese día también nos rompió a nosotros.
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Papá vuelve a la mesa, derrotado. Encuentra a su
mujer en pie, ella le mira sin verlo. Me cuesta encontrar a mamá en esos ojos,
quizá porque mamá ya no está ahí. El cuerpo de mamá, movido por una fuerza superior,
abandona la casa a toda prisa. Lleva el cuchillo del pan en la mano. Papá corre
tras ella, aterrorizado. Yo les sigo. Lloro, porque aún siento al hermano.
Afuera, los vecinos han salido de sus casas. La
acera frente a nuestra casa está manchada de rojo. Sangre. Sangre de una chica
menuda cubierta por una chaqueta gris. El cuchillo está en el suelo. Mamá tiene
las manos manchadas y la mirada más perdida que nunca. Papá está lívido, y el
tiempo parece haberse detenido. Pronto, las sirenas ulularán volviéndolo a
poner en marcha.
Mamá ha matado. El hermano huye calle abajo. En la
chaqueta de la chica, hay una bolsa de polvo blanco. El polvo nos ha robado al
hermano, nos lo ha robado todo.
Un coche recorre la calzada, se detiene un
segundo. En su interior, un mafioso se lamenta por el género. Lo oigo insultar
a la muerta en voz baja. Demasiado sensible, dice. Cometió el error de querer
saber de más.
El coche se va y yo dejo de ser una niña por la
que sentir pena.
Y esto es, literatómanos. Un relato brusco y rápido, espero que os haya gustado, y, como siempre, os invito a comentar y darme las más sinceras opiniones.
¡Hasta pronto!
Ha estado muy bueno, gracias por compartirlo <3
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Literatobesos.
EliminarMuy bonito texto :)
ResponderEliminar¡Gracias! Un beso enorme.
EliminarLa verdad es que el relato es bueno. Yo no sé escribir así, sólo redactar. No tengo capacidad inventiva. :/
ResponderEliminarBesotes.
¡Gracias, guapa!
EliminarCada uno tenemos lo nuestro jeje :)
Un abrazo grande.